miércoles, 24 de febrero de 2016

Violencia de género


La publicidad como forma de eliminar la violencia de género

Dr. Diego Oscar Ortiz
Hace poco salió una publicidad de jabón en polvo en donde un padre, lava la ropa junto a su hijo y juegan a medirse con remeras lavadas y dobladas.
Esto que parece una mera publicidad de un artículo de limpieza, significa un avance hacia la igualdad de género en los medios de comunicación, la demostración que el cuidado de los hijos y la realización de los quehaceres domésticos no está reservado exclusivamente a la mujer y también puede ser realizado por el hombre.

La publicidad del producto da un mensaje directo al público: “los hombres no ayudan, sino que pueden cuidar a sus hijos, compartir quehaceres domésticos y hacerlos con ellos”. Casualmente en el año 2013, una publicidad de ese mismo jabón, mostraba a dos padres viendo a su hijo jugar y ensuciarse. Seguidamente la madre lava la ropa de su hijo y el padre desaparece de la escena donde lo contemplaba mirando por la ventana.
Este tipo de publicidad como la que reciente, amplia los destinatarios de los productos de una manera igualitaria y democrática para la familia. Contribuye a pensar en la tan ansiada igualdad de género.


Abogado. Profesor. Especialista en Violencia Familiar.

jueves, 18 de febrero de 2016

Ya es hora que tomemos conciencia!!!!

La violencia contra las mujeres sigue siendo una EPIDEMIA GLOBAL...
...que mata, lastima y deja graves secuelas físicas, psicológicas, sexual y económica a millones y millones de mujeres, niñas, adolescentes y ancianas de todas las clases sociales, de todas la religiones y de todas las profesiones.

La violencia hacia las mujeres es un flagelo y una violación a los derechos humanos.                         A pesar de todos los tratados Internacionales, Leyes y recursos destinados a erradicar la violencia hacia las mujeres, aún se les niega la igualdad, la seguridad, la dignidad y las libertades fundamentales.

La violencia contra las mujeres se sostiene...           ...  aún en los países llamados "del primer mundo", debido a la transgresión cotidiana que se da en muchas familias y silenciada por muchas personas. Los niveles de tolerancia social siguen siendo muy elevados hacia un problema que solo vemos la "punta del iceberg". La incidencia de las mujeres víctimas de violencia en la sociedad son de altísimos costos sociales, económicos y familiares.



Según la Declaración de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, Resolución de la Asamblea General, de diciembre de 1993:                                                   "La violencia contra las mujeres es la manifestación  de las relaciones de poder históricamente desiguales entre los hombre y las mujeres, que han llevado a la dominación y a la discriminación contra las mujeres por los hombres y la evitación del completo avance de las mujeres..."   

La Organización Mundial de la Salud,                                                                                                   ... que desde hace años viene denunciando la violencia contra la mujer como un problema de salud prioritario, pide en su informe Mundial sobre la Violencia y la Salud (2002) "Integrar la prevención de la violencia en las políticas sociales y educativas y, promover además la igualdad entre los sexos y la igualdad social" (Recomendación 6)

Es muy importante que....
...cómo sociedad y cómo comunidades de fe tomemos conciencia de que la violencia contra las mujeres no es una cuestión privada que le pasa a otras personas, sucede en nuestras familias, con nuestras amistades, con nuestros vecinas, con nuestras compañeras de trabajo, con las mujeres de las congregaciones de fe. Es un problema que nos compete a todos y a todas como integrantes de esta sociedad, y cómo testigos que estamos siendo del dolor ajeno.

Todos y todas...
... debemos  aunar  esfuerzos y romper silencios, no ser cómplices, hacer oír las voces de las víctimas. Trabajar para aliviar el sufrimiento de millones de mujeres y sobretodo prevenir, educar en equidad de género e igualdad de derechos. Movilizar conciencias y sensibilizar sobre éste tema a toda persona que todavía no haya abierto su mente y corazón.

En lo particular, cómo mujeres y varones de fe ...
... Eduquemos  a las nuevas generaciones previniendo todo tipo de violencia. Visibilicemos los "secretos bien guardados", no minimicemos ni justifiquemos ningun tipo de violencia.  Parafraseando a Mateo 5:6: Seamos "Bienaventurados  por tener hambre y sed de justicia, pues seremos  saciados"

Malena Manzato
Ps.Social 
Especialista en Violencia Familiar
Coordinadora Grupal  de " Hombres que ejercen violencia en el ámbito doméstico" 

viernes, 12 de febrero de 2016

Chicos cada vez más solos -


PARA LA NACION 12/02/2016




En la nueva lógica autocomplaciente y narcisista, lo primordial es realizarse individualmente, por eso el sacrificio por hijos y alumnos pasó de moda y la responsabilidad por los menores suele ser una obligación insoportable.

Durante siglos, los chicos obedecían y los grandes protegían. La infancia y la adolescencia eran concebidas como etapas de la vida en las que se dependía de adultos que cuidaban a menores percibidos como incapaces de resolver la vida por sí mismos. La obediencia era la consecuencia natural: hacer aquello que los grandes mandaban y seguir su ejemplo era el modo de, algún día, llegar a ser un adulto autónomo. Grandes y chicos no conformaban un vínculo entre iguales, sino una relación asimétrica en la que experiencia, antigüedad y saber definían la preponderancia adulta.
Es verdad que muchas veces esa asimetría se transformaba en dominio autoritario y perverso, pero, bien entendido, era un mecanismo por el que los adultos se hacían responsables de los más chicos. 
Es que la contracara de esta dependencia infantil eran la responsabilidad y el sacrificio de los adultos. Responsabilidad porque los adultos estaban a cargo; daban el ejemplo y mostraban a los más chicos lo que era amar y trabajar. Lo que era creer. Lo que era luchar. El significado de vivir y de morir. El adulto -sacerdote, dirigente, entrenador del club, vigilante de la esquina, docente, padre, madre, tutor o encargado- representaba la historia y ley; lo que estaba bien y lo que estaba mal. Estaba para decir no y así formar a los más jóvenes. Un no que conjugaba amor con severidad. 
Ser adulto era ser autoridad.
Por otro lado, el sacrificio de los adultos implicaba que éstos pospusiesen sus propias aspiraciones personales para cuidar de los menores. Padres y madres, de manera muy diferente pero complementaria, hacían lo debido y hasta lo imposible para proteger a sus hijos.  El paradigma es el papá de la película La vida es bella, quien en un campo de concentración nazi posterga sus propias necesidades y se somete a las peores humillaciones para evitar el sufrimiento del hijo. 
 Este viejo mundo de la asimetría intergeneracional funcionaba bien porque los cambios culturales, sociales y tecnológicos eran suaves y equilibrados. Épocas en las que las novedades duraban y los ancianos eran la referencia obligada: habían vivido más y por eso interpretaban el pasado y proyectaban el futuro. Épocas en las que los viejos mostraban con orgullo sus canas y sus arrugas.

Nuestro tiempo, sin embargo, ya no se caracteriza por la armonía y la experiencia acumulada por los grandes no vale de mucho; al contrario, puede ser la marca del infierno más temido: la obsolescencia. Los cambios constantes hacen que la experiencia sirva de poco y ser adulto no es deseable. Ya nadie muestra con orgullo canas ni arrugas: como si una mutación genética hubiera acaecido en cabelleras femeninas (y crecientemente masculinas), el pelo blanco se oculta porque su presencia remite a lo peor, al paso del tiempo.
Desde los educadores hasta los expertos en marketing coinciden en que los chicos son portadores de saberes y certezas que los grandes deben captar. De ahí que vestirse como adolescente y tener un cuerpo sin marcas del tiempo es lo que desvela a quienes huyen de la obsolescencia: adultos que escapan del semblante adulto.

Nos resultan normales las adolescencias interminables y ya ni sorprende que cincuentones achupinados luzcan como jóvenes de veinte. Las edades y las responsabilidades se aplanan. Las jerarquías entre grandes y chicos se borran como en la película Red social, donde adustos abogados asisten, azorados, al conflicto entre adolescentes eternos, hiperaburridos, ultramaduros, dúctiles para comprender, en remera y ojotas, la lógica de lo actual.
Los medios nos muestran a jóvenes que saben y que se presentan autónomos frentes a sus padres y maestros, quienes, atónitos, observan el devenir indescifrable de redes sociales instantáneas, modas que duran lo que un clic, pantallas para edades cada vez más tempranas.
Obedecer pasó de moda: incomoda escucharlo, pero, en nuestra cultura, pedir obediencia es de facho y bajo ese paraguas ideológico los chicos están cada vez más solos; la trampa de las nuevas infancias y adolescencias es la creciente distancia que los adultos toman respecto de los más chicos tratando, paradójicamente, de parecérseles.
De ahí que la vieja asimetría sea cuestionada: hay que ser amigo de los hijos y de los alumnos, ser gamba, curtir su onda. La vieja asimetría se transformó en equivalencia y la responsabilidad por los chicos suele ser una obligación insoportable. Parece que la consigna es "más amor, menos severidad", pero esto es una engañifa sutil: no hay amor a los hijos y a los discípulos si no se les dice no. No parece, pues, que este mundo sin adultos sea el efecto de decisiones tomadas a favor de los chicos, sino más bien el resultado de una ausencia cómoda pero probablemente trágica.

Es que decir no ahora es más costoso porque la autoridad adulta tiene poco consenso. Y en la pretendida complicidad con los hijos y los alumnos se diluyen responsabilidades y se eluden sacrificios. La vida ya no es tan bella en un mundo sin adultos cuando mami atropella y mata, pero culpa a su hijo de 15 años para zafar de su responsabilidad.
Hablar de "disciplina escolar", la sola mención, convierte al desprevenido en una rémora arcaica y en su reemplazo se usa "bullying": no son los educadores los que deben poner límites en las escuelas; ahora hay "campañas de concientización" y, lejos del orden recreado por los docentes, la convivencia pasó a ser un tema de consensos donde todo parece discutible y el rol docente se entremezcla con padres y educandos. 
Los adultos huyen de ser autoridad y cuando no les queda otra que ejercerla, anhelan liberarse de las cargas que conlleva. Hasta hay quienes proponen que los problemas de disciplina escolar deben ser regulados por una ley del Congreso Nacional: como si las instancias cotidianas e institucionales de resolución de conflictos educativos hubieran caducado.
En la nueva lógica autocomplaciente y narcisista, el sacrificio por hijos y alumnos también pasó de moda y lo primordial es realizarse individualmente, estar cómodo con uno mismo: el viejo sacrificio de los mayores es una carga paterna o docente que a veces hay que asumir, pero sin orgullo y sin legitimidad: ya nadie lo reconoce, muchas veces hasta se lo cuestiona por demorar ambiciones profesionales o individuales. Conservar la adultez en nuestra época se vuelve contracultural; casi un acto heroico.
Durante el siglo XX, muchos educadores progresistas lucharon para sustraer a los niños de lo que llamaban el "dominio adulto" y proponían liberar a la infancia del yugo de los mayores, descolonizarlos de su opresión. Paradoja fatal; tanto proclamar la liberación de los niños que fueron los adultos quienes terminaron liberándose de ellos.

Hombres que Ejercen Violencia

REVISTA ANFIBIA

Hombres Golpeadores: "¿PUEDE UN VIOLENTO DEJAR DE SERLO?
Por: Salvador Marinaro y  Claudia Hasanvegovit - Fotografia: Mado Reznik



En la Ciudad y el Conurbano existen siete instituciones que trabajan con hombres que ejercieron violencia contra las mujeres. Un universo pequeño si se tiene en cuenta que sólo la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte recibe 12.000 denuncias por año. En los grupos, los especialistas intentan desactivar los mecanismos del enojo, de la agresión seguida por el arrepentimiento y de la desigualdad de género en su aspecto más feroz. El cronista Salvador Marinaro y la doctora en políticas sociales Claudia Hasanbegovic se metieron en las terapias que luchan contra el machismo como única opción y analizan el sistema estatal que debe prevenir las situaciones de violencia. – 
En Buenos Aires y en el Conurbano existen siete centros que atienden a hombres que ejercieron violencia de género. Se los llaman Grupos de Recuperación o Rehabilitación para Varones Violentos y son coordinados por psicólogos o trabajadores sociales. Hay grupos interdisciplinarios, que involucran antropólogos y sociólogos. Son pocos los hombres que llegan hasta ahí solos: la mayoría lo hace por orden judicial, como parte de la suspensión del juicio a pruebas -el mecanismo conocido como probation y que suele dar en casos con penas menores a tres años a cambio de la reparación del daño causado. – 

.... A grandes rasgos, para Payarola, la violencia es una larga formación que convierte a un hombre y a una mujer en una víctima y en un victimario.   —La violencia es como un círculo— explica. Mantiene una estructura que se repite, cada vez con mayor fuerza: primero acumula tensión, después explota y por último, llega el arrepentimiento. Llaman a este período “luna de miel”. Por eso, porque en un momento del ciclo logran reconocer la violencia, estos grupos pueden ser efectivos.   Diversas investigaciones demuestran que tan sólo entre un 7% y un 16% de los hombres golpeadores representan un tipo de personalidad patológica: no se arrepienten y hasta reivindican la violencia que ejercieron a pesar de conocer que estaba mal o era un delito. – 
—Los hombres con patologías planifican e incluso sienten placer al ejercer violencia. Nosotros trabajamos con la otra población. Aquellos que llamamos violentos cíclicos.
Relata que el trabajo con estos hombre -llamados violentos cíclicos- surgió en los Estados Unidos, en los años 70 a partir del grupo Emerge, un colectivo de hombres simpatizantes del feminismo. Creían que la violencia masculina era una parte clave de las desigualdades de la sociedad y buscaban una respuesta frente a la extensión del maltrato y el asesinato de mujeres.
 Payarola hace unos años fundó la Red de Estudios de Masculinidades (RETEM),

.... En un departamento antiguo, de techos altos, ubicado en el Microcentro porteño, funciona la Asociación Pablo Besson. La decoración es prolija: pequeños recuerdos de viajes, fotografías de niños sonriendo; sobre el escritorio, apenas un par de lápices y folletos, no hay objetos pesados, ni engrapadoras. Los ventanales están cerrados y la luz tenue apenas tiñe de amarillo un cuadro de flores rojas. Aquí, la psicóloga social Malena Manzato trabajaba con las víctimas hasta que recibió a dos mujeres que habían sido golpeadas por el mismo varón.   —Me di cuenta de que había que trabajar con los hombres porque si no todo vuelve a empezar.   Cada terapeuta entrevistado enunció el mismo objetivo: proteger a la mujer, porque el hombre golpeador puede volver a conformar una pareja y tener hijos.   —Durante las primeras sesiones, los hombres intentan minimizar sus conductas. Dicen que también sus mujeres fueron violentas y que ellos no les pegaron…apenas un empujón- cuenta.   Para que los varones acepten las responsabilidades es necesario, entonces, un trabajo de varios meses. En ese momento, el uso de la fuerza física se reduce. Pero la violencia sexual y económica es más difícil de desandar, explica Manzato. “A los hombres, les cuesta más tiempo desprenderse del cuerpo de la mujer y del dinero; a veces depositar la plata de los alimentos a principios de mes es todo un acto de superación”. Para ella, socialmente el ejercicio de poder del varón está bien visto y el problema son estos vínculos basados en el poder, que tienen que ver con una sociedad machista y patriarcal. 

En la asociación recibe hombres derivados de las parroquias y centros religiosos. “Ellos sostienen que ‘el hombre es padre de familia’; que ‘la autoridad es del hombre’, que ‘la mujer no puede negar el cuerpo al hombre’. Son todos recortes de la Biblia”, había declarado tiempo atrás Manzato en una entrevista para Página 12. Frente al grabador vuelve a insistir en esta línea argumental. Describe al patriarcado como una construcción social que da ventajas y poder a los hombres; pero también es nocivo para ellos porque les exige ser duros, fuertes y ocultar sus sentimientos hasta que ya no puedan más. – 

(Se puede ver la nota completa en: http://www.revistaanfibia.com/cronica/puede-un-violento-dejar-de-serlo/