lunes, 24 de septiembre de 2012

23 de Septiembre Día Internacional contra la Trata de Personas


Biblia y Dignidad de la persona
Algunas cuestiones bíblicas sobre la Trata de Personas




 DIGNIDAD … si bien la palabra dignidad es una de esas palabras misteriosas, y llena de “magia”,  cuyo significado se siente más entre los sectores populares de la sociedad, porque a veces cuando algunas personas  nacen en “cunas privilegiadas”  se creen  dignas y les parece natural que alguien les rinda pleitesía.  Al  reflexionar sobre “dignidad” en nuestro contexto Latinoamericano, me es inevitable discurrir sobre dignidad e igualdad y desigualdad, porque si no la palabra dignidad puede sonar “ambigua”. Mucho más si consideramos el origen en tiempos del imperio romano.
“Los dignatates”  es decir las personas consideradas dignas, eran solamente las de la aristocracia,  aquellas que tenían poder, estatus y riqueza. El resto de la población, o sea la mayoría de las personas, eran llamadas “humiliores”, es decir los humildes, en el sentido de los de abajo.
La dignidad entonces era selectiva, pertenecía a cierto sector privilegiado  de la población y se heredaba de acuerdo a un linaje especial, así en los tiempos del imperio romano, la dignidad era sustentada por el status, la riqueza y el poder. Los “humiliores” eran, por lo contrario, los no dignos.  Esta connotación aún perdura en nuestro imaginario social, sólo leer, escuchar o mirar cualquier medio de comunicación  y tendremos muchos ejemplos al respecto.  Una “propietaria, digna, con empleo o profesión y cierto poder económico”  no puede entender  que “su empleada doméstica acceda a un terreno por un plan social para construir su vivienda”.  Así vamos teniendo acercamientos a la dignidad excluyente  porque en algunos casos, aún perdura el sentido aristocrático de “los dignatates”.  Entonces nos encontramos con dignidades diferentes. Dignidades  negadas.

José Ignacio González Faus, teólogo español, jesuita y sacerdote, afirma que la imagen de Dios implica la dignidad de la persona humana y esto “implica un elemento de grandeza y misterio absoluto en el otro, que exige respeto total, que impide la condena radical y prohíbe la manipulación” , si se acepta esta aseveración continúa diciendo “ no por temor ni por  comodidad, sino por algo que nos lo exige desde  dentro, estamos confesando que hay en el misterio de los demás una verdadera imagen de Dios”, la cual implica, agregaría en lo personal, el respeto a la verdadera dignidad humana.

En La Biblia podemos ver a Job apropiarse del don de esa dignidad humana y de la lucha por su reconocimiento pleno,  reducido a la miseria extrema, con hambre, mal oliente, abandonado y lleno de llagas, en su deseo se ve caminando cómo un príncipe hacia el Tribunal de Dios para hacer su defensa. (Job:35-37)
Si el tiempo nos permitiera cada uno/a  podríamos contar de nuestro caminar diario los  testimonios de personas que sufren y que en su entereza caminan con dignidad a pesar de las y los “dignatates”.  Caminar con dignidad aún en el medio del basurero, del dolor, del desamor, de la violencia, de la comercialización de sus cuerpos, del trabajo esclavo, de la exclusión social, de la indiferencia.
Como cristianos y cristianas, además es caminar como hijos e hijas libres, irradiando la luz que hace brillar la justicia y  la bondad de Dios.  Esa justicia  y bondad  que nos debe llevar entender que en la dignidad de las personas no debe haber forcejeos mercantilistas.
La “trata de personas” es una forma moderna de esclavitud y mercantilismo. En la actualidad millones de personas en todo el mundo son víctimas.  Las técnicas utilizadas por los traficantes y las formas en las que el tráfico se manifiesta son variadas, pero existe algo común en todos ellos: la explotación de personas por otras personas. Siendo sus víctimas principales las mujeres, niñas, niños y en menor número hombres.  Las Naciones Unidas  definen trata de personas como:

·        “Reclutamiento, transporte, traslado, albergue o recepción de personas, por medio de la amenaza o uso de la fuerza u otras formas de coerción, secuestro, fraude, engaño, abuso de poder o de una posición de vulnerabilidad, o de la entrega o recepción de pagos o beneficios para lograr el consentimiento de una persona, teniendo el control sobre otra persona, con el propósito de explotación. La explotación incluye, como mínimo, la explotación de la prostitución de otros u otras formas de explotación sexual, trabajo o servicios forzados, esclavitud o prácticas similares a la esclavitud, servidumbre o extracción de órganos.”
La trata de personas es contraria a los principios de libertad y dignidad. La explotación de los seres humanos deshumaniza a las personas  que son traficadas, recompensa la inhumanidad de los traficantes y debilita la estructura moral y social de la sociedad a gran escala. Restaurar la dignidad de las personas que han sido explotadas no es tarea fácil, muchas de ellas no logran superar el trauma.
Mujeres y hombres hemos sido creados a  imagen de Dios. Todas y todos somos valiosos para El, pues tenemos un lugar especial en Su creación, en el Salmo 8:5- “Nos has hecho poco menor que los ángeles y nos ha coronado de gloria y de honra”.  La Biblia enseña que nadie debe ser explotado/a o dañado/a. El Salmo 10 describe la maldad de los que entrampan a otros y el Salmista clama a Dios para que intervenga. Este Salmo es tan pertinente ahora como en el tiempo en que fue escrito, muchos años antes del nacimiento de Jesús. Joel 3:3 dice: “y echaron suertes sobre mi pueblo, y dieron los niños por una ramera, y vendieron las niñas por vino para beber.” (Reina-Valera 1960)

Jesús enseñó que ninguno debía vivir en cautiverio físico o espiritual. Él dijo: “Que el Señor le había enviado a pregonar libertad a los cautivos, y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.” (Lucas 4:18-19, Reina-Valera 1960). Él estaba citando a Isaías 61:1-2. Más adelante, en el mismo capítulo encontramos estas palabras: “Yo, el Señor, amo la justicia, pero odio el robo y la iniquidad.” (v. 8, Nueva Versión Internacional).  En consecuencia,  cristianos y cristianas somos  llamadas a trabajar por la eliminación de todas las formas de  injusticia, por lo tanto  de todas las formas de trata de personas.  Somos llamados y llamadas a dignificarnos y dignificar a las personas.

Las violaciones y asesinatos de mujeres, la violencia familiar, el abuso sexual infantil, etc. etc. etc. nos entristecen y preocupan  pero no siempre somos capaces de ver el problema como consecuencia de postulados sociales, como el de que el “hombre es cabeza/jefe del hogar” y por lo tanto la mujer es casi un ser inferior. Ese dogma de la superioridad masculina no hace sino profundizar esta triste realidad.
Jesús trató a las mujeres y a los niños y niñas, como personas DIGNAS, con respeto y en plano de igualdad. En la  sociedad actual, machista y patriarcal  nosotras/os los y las que decimos ser sus seguidores deberíamos hacer lo que el Maestro nos legó, deberíamos estar en la contracorriente de la injustica, en la contracorriente de los “dignatates”  a igual que lo hizo Jesús. El machismo es una ideología de la cual todas y todos somos víctimas y que, por lo tanto hombres y mujeres debemos combatir.
Tener actitudes e ideas que busquen reivindicar el respeto y la dignidad  de las personas.
Permitirnos que hombres y mujeres reflejemos   nuestra identidad de ser “imagen y semejanza de Dios” , el cual es el origen de toda dignidad humana

Hombres y mujeres debemos aprender y redescubrir el rol de la mujer  en los tiempos de Jesús   y de las primeras comunidades cristianas, para poder reinterpretar y recrear el papel que debe tener la mujer en la sociedad y en la iglesia actual y… el lugar del hombre en equidad e igualdad de derechos.  
Aprender de aquellas mujeres que vivieron en la invisibilización real de la cultura patriarcal de la época de Jesús.  El lenguaje androcéntrico y los textos escritos en la mayoría por hombres las han silenciado por siglos.

Les propongo pensar y redescubrir a  cinco discípulas paradigmas del discipulado apostólico:
1.      María,  madre de Jesús.
2       y 3.     María y Marta de Betania
4.       La Mujer de Samaria
5.      María Magdalena

1. María, madre y seguidora (Jn 2:1-12; 19:25-27).
Poco es lo que el Evangelio nos habla de María, la madre de Jesús.
En el Evangelio de Juan sólo dos veces aparece claramente. Pero podemos entender, de estas dos veces en que aparece, que María estuvo siempre muy cerca de Jesús.
Podríamos pensar ¿Y cómo no lo haría así una madre? PERO, por lo que sabemos por los sinópticos, María tenía plena conciencia de que Jesús debía ser especial, de que tenía un llamado singular de Dios. Posiblemente no entendió totalmente al principio, pero poco a poco, dejándose en manos de Dios, fue comprendiendo.
En este primer pasaje del Evangelio de Juan, María  aparece cerca de Jesús atendiendo a las necesidades de los demás, descubriendo lo que hace falta. De este modo, María nos enseña a estar pendientes de las necesidades de los/as otros/as. Ve, percibe, se percata, e intercede. Y no en favor propio, sino para el bien de los demás.
En la segunda aparición, al pie de la cruz, es una escena conmovedora. Debió ser muy duro acompañar a su hijo hasta la muerte cruenta, ignominiosa, en la cruz. Pero ahí estaba. Corrió peligro, pues no era permitido a familiares y amigos/as llorar a los ajusticiados.
No se alejó, no se escondió. Debe ser cierto, pues coinciden en ello los cuatro evangelios. Lo que nos enseña en esta escena es el valor y el coraje.

A pesar de las amenazas y peligros, estuvo firme acompañando al que sufre.  María era la madre física de Jesús, y, en la boda de Caná, puede interpretarse que hacía uso de su “poder como progenitora” para conseguir una intervención milagrosa de su hijo. La respuesta un poco tajante de Jesús hace pensar que, en el seguimiento, lo que cuenta no es la filiación sino “cumplir la voluntad de Dios”. Que María fue su seguidora, además de su mamá, se confirma al pie de la cruz, Jesús la hace madre del discípulo amado. El discípulo amado es el prototipo del seguidor de Jesús. María, al convertirse en su madre, se hace la seguidora por excelencia. Y el/la seguidor/a es el verdadero/a hermano/a de Jesús.

2-3: Marta y María, sus amigas y discípulas (Jn 11:1 – 12:8).
Una de las cosas que resalta de este relato es la relación de amistad y cercanía que une a Jesús con Marta y María. En aquella época, esto debía resultar extraño. Seguro que en relaciones familiares no era tan extraño, pero lo que sorprende aquí es que no eran familia. Y el trato de cercanía de Jesús con las dos hermanas es llamativo. Tanto Marta como María le dicen que si hubiera estado ahí su hermano no habría muerto. Marta tiene una conversación teológica con Jesús, lo que tampoco debía ser corriente en las mujeres de su época. Seguro que no fue la única. En Lucas se nos presenta a María como una discípula de Jesús en igualdad de condiciones con los varones. El hecho de sentarse a los pies del maestro y escuchar sus palabras denota ser discípulo/a. Que María lo hiciese con naturalidad, y que Jesús lo valorara frente al ajetreo de Marta, indica que para Jesús no era ninguna novedad. Esta actitud de Jesús, y de María, nos permite ver que Jesús vio las cosas de forma distinta a lo corriente en su época. Jesús enseñó a las mujeres igual que a los varones, “las animó a descubrir espacios que las llenaran de satisfacción y las hicieran sentir personas con capacidades iguales a las de los varones” (Tamez, 2001: 28).
Otra cosa que sorprende en este relato es que hay una confesión de fe, importante por ser la primera, incluso antes que la de Pedro, hay un milagro de resurrección y la unción de Jesús. Juan nos permite ver el protagonismo de las mujeres en la comunidad de seguidores/as, en igualdad de condiciones que los varones.
Esta confesión de fe de Marta, parece “contraponer el poder de Jesús, que da vida abundante, y el poder de la sociedad patriarcal, que se esfuerza por controlar y suprimir” (Tamez, 2001: 31). Y “Marta estaba asumiendo la propuesta del movimiento de Jesús como alternativa a ese poder patriarcal” (Tamez, 2001: 31).

En definitiva, estas dos mujeres nos enseñan la importancia de la amistad, del afecto y cariño hacia los demás, hacia la comunidad, hacia Jesús. También que el seguimiento, el escuchar la palabra del Maestro es tarea de todas y todos. Y que la confesión valiente de la fe es imprescindible en el seguimiento, pues la fe es adhesión personal y decidida.

4. La Samaritana, (la mujer sin nombre) misionera entre los no-judíos (Jn 4: 5-42).
En tiempos de Jesús, los samaritanos y los judíos no se hablaban, no se trataban, porque los judíos consideraban que los samaritanos eran unos impuros, pues procedían de raíz judía pero se habían mezclado con asirios y otros pueblos vecinos. Además, los samaritanos no reconocían el Templo de Jerusalén, sino que adoraban a Dios en el monte Garizín. De aquí se desprende lo extraño de la acción de Jesús, que habla con una mujer, que además de ser considerada, en su cultura, inferior por ser mujer, era extranjera. Es decir, la falta es doble. En palabras de Elsa Támez, Jesús fue un atrevido.

La actitud de la mujer, que no rechaza ese diálogo con un extranjero, sino que se abre a escuchar lo que le dice, incluye en lugar de excluir, e incluso entabla un diálogo teológico con él. Vemos en estas dos actitudes, una disposición a abrirse a lo distinto, a romper prejuicios.
En una sociedad y religión que se subordina a la mujer, tanto en las manifestaciones político-sociales como religiosas, Jesús nos quiere mostrar la igual dignidad de varón y mujer, tanto en lo cotidiano como en lo religioso. Se podría decir que quiere descubrir las semillas del Reino, estén donde estén. En aquellos tiempos, es impensable que un rabí judío entablase un diálogo teológico con una mujer, y menos extranjera. “Lo que Jesús quería es que sus discípulos y seguidores se alimentaran de una nueva realidad, basada en relaciones humanas dignas y solidarias, que es lo que Dios, de hecho, siempre anheló” (Támez, 2001:88).

Y por ese diálogo tan personal, en el que Jesús le habla verdaderamente, le toca lo más profundo, la samaritana cree, reconoce que Jesús es el Mesías.

¿Qué hace un buen discípulo/a? Va, y lo comunica a otras personas. El testimonio personal es importante para ayudar a otras personas a descubrir al Mesías. Sus vecinos samaritanos, algunos, creyeron por la palabra de la mujer. Fueron, vieron, y también creyeron. Pero entonces, ya no creyeron por la palabra de la mujer, sino porque ellos mismos vieron y oyeron. Este relato nos enseña que a la fe se puede llegar de muchas maneras, entre ellas por el testimonio de otras personas creyentes, pero requiere la adhesión personal. Ser misionero/a sería fruto de la fe personal y valiente, de haber descubierto la buena noticia, de haber descubierto que Jesús es el Cristo, el Mesías.

5. María Magdalena, discípula y primera apóstol (Jn 20: 11-18).
 ¿Por qué Jesús habrá elegido a una mujer para anunciar su resurrección a los otros apóstoles? María Magdalena es la única que está antes y después de la muerte de Jesús, es decir, al pie de la cruz y en el sepulcro. Ella “descubre la tumba vacía y es, además, la primera en recibir una aparición del resucitado. De esta manera, es doblemente apostola, la apóstol de los apóstoles”. María recibe el encargo del mismo Jesús, de ir a anunciar a los otros. “María es la primera testigo apostólica de la resurrección” (Schüssler, 1989: 397).
Seguro que esto les cuesta mucho digerirlo a algunos (o a muchos) miembros varones de las distintas iglesias. Pero en definición del propio Pablo, ella es auténtica apóstol, pues estuvo con Jesús cuando vivía, le experimentó resucitado y recibió de él el encargo de ir y anunciar.

Entonces me pregunto de nuevo: ¿por qué los varones de las iglesias nos han relegado a las mujeres? ¿No es esto anti-evangélico?  María Magdalena nos enseña la fidelidad del discípulo/a, el coraje en el sufrimiento y la persecución, la valentía en el seguimiento, la alegría de quien ha encontrado un tesoro muy valioso y lo quiere proclamar, la firmeza en la proclamación de la Buena Nueva. Sin embargo nos las han hecho conocer más como la “prostituta” en vez de “apóstol de los apóstoles”

Para terminar:
 Mujeres y varones tenemos mucho para aprender de DIGNIDAD para eso: 

debemos de tener una…

Apertura a lo diferente
- Estar atentas/os a las necesidades de las demás personas.
 - Clamar por la justicia, el respeto y la libertad de todas las personas
 -    Pensar en inclusión más que en exclusión, y ponerlo en práctica
                         
No basta con saber de cierta problemáticas, se trata de involucrarse, se trata de ser “sal y luz”. Se trata de no ser parte de injusticias. De no ser parte del sistema perverso de trata de personas, denunciando el trabajo esclavo, de hombres y mujeres en los diferentes talleres clandestinos, se trata de no tener empleados/as en “negro”, se trata de pagar los impuestos.  Se trata de “no coimear”
Se trata de no consumir ni enseñar a consumir prostitución porque quien paga por  el cuerpo de una mujer  o de un niño o niña, es un PROSTITUYENTE.
Se trata de decirle que no a la violencia  hacia las mujeres, de prevenir el ASI,
Se trata de no ser cómplice o de callar cualquier tipo de violencia social, institucional o eclesiástica.

…debemos de tener una….

Escucha activa
                        Escuchar y aprender del Maestro.
                        Romper prejuicios cómo lo hizo El
                        No discriminar
                        Buscar equidad e igualdad de derechos entre hombres y mujeres
                         
No basta la apertura, hay que saber escuchar. Ello implica olvidarnos de nosotras/os, poder captar y descubrir las semillas del reino a nuestro alrededor.
Romper los prejuicios que nos impiden descubrir la verdad en el/la otro/a.
Es también una actitud básica del/de la discípulo/a de Jesús.
Una escucha acompañada por la humildad y la sencillez, como dice Jesús: “te alabo, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los sencillos” (Mt 11: 25).

debemos ejercer….

Fraternidad
                        Amistad, cariño, hospitalidad, afectuosidad.
                        Ofrecer amor.
                        Amar, acompañar, a pesar de las dificultades.
                        Dignificar a las personas

Las comunidades de fe deberían ser algo que se palpe en el amor que unos a otros se tienen.
El único mandamiento de Jesús es: “que se amen unos a otros como yo les he amado” (Jn 13: 34). En el evangelio de Juan, las mujeres lo ponen en práctica, nos enseñan que es posible. También nos lo enseñan así en la práctica cotidiana, en nuestra propia realidad. ¿No son principalmente las mujeres las que aman sin medida, sin esperar nada a cambio? En nuestras  comunidades de fe no debería  ser así.

tenemos que ….

Confesar nuestra fe
                        Tener valentía para confesar la fe.
                        Ser fieles en el seguimiento.
                        Decir y hacer…
                        Que nuestros hechos no oculten lo que creemos
                        Que nuestra fe sea en todo tiempo a pesar de nuestros errores
                        Saber que Jesús siempre nos da oportunidad de empezar

El convencimiento de la propia fe, lleva la confesión valiente de la misma, el reconocimiento explícito de quién es el Mesías, el Señor, el Salvador. Es un reconocimiento humilde, que a su vez invita a otras personas a querer conocer, a creer, a confesar la fe.
Es un reconocimiento que implica esperanza, valentía, perseverancia. Las mujeres discípulas de Jesús no se dejaron atemorizar, no perdieron  la esperanza, fueron firmes en su seguimiento.
Fidelidad en el seguimiento y valentía en la confesión de la fe, es el mensaje de las mujeres en el Evangelio de Juan, para las mujeres y hombres de la actualidad.

además tenemos que ….

Proclamar las  Buenas Nuevas
   Cómo mujeres  seguir siendo  misioneras, apóstoles, discípulas…
  Ser maestras, enseñar a otras.
  Cómo hombres trabajar codo a codo en un pie de igualdad con las
  mujeres en el desarrollo los de TODOS los  ministerios, dándonos las  
   mismas oportunidades que nos dio y nos da  Jesús.  


Jesús confió a María Magdalena el primer anuncio. Porque sabía que su fe era firme, valiente, y que no se quedaría con ese tesoro para ella sola. Sabía  que lo proclamaría. Sabía que compartiría su alegría, su gozo con los demás. Porque ser apóstol no es algo teórico, es algo que sale del corazón tocado por la experiencia del resucitado.

¿Es esto un modelo de seguimiento?
Ciertamente.
Este es un resumen de las actitudes del/de la “discípulo/a amado/a” que Juan nos presenta en su evangelio, de los y las discípulas que forman una comunidad. “Esta comunidad se constituye como un discipulado de iguales mediante el amor con que se aman los unos a los otros” (Schüssler, 1989: 389).

Dios quiera que al pensar en la  DIGNIDAD DE LAS PERSONAS podamos pensar en un plano de igualdad porque ya “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús. (Gálatas 3:28)


BIBLIOGRAFIA
“Las mujeres nos enseñan en el Evangelio de Juan” – M.Neus Edo
“Rompiendo las barreras entre el hombre y la mujer” – Elsa Tamez y Catalina Padilla
“Religión y Género” – Sylvia Marcos
“Las experiencias divinas  en los seres humanos: Gracia de Dios y dignidad humana.- Elsa Tamez

Malena Manzato

miércoles, 12 de septiembre de 2012

XI Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos-


Las organizaciones parte de la Red "La Violencia Siempre Mata", participamos en el XI Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos:  "El silencio NO es Salud" organizado por Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo, en el Pasaje Dardo Rocha de la Ciudad de La Plata, los dias 6 al 8 de septiembre 2012.

domingo, 9 de septiembre de 2012


El Golpeador como Padre[1]

Bancroft, Lundy. (Invierno 2002). The batterer as a parent. Synergy, 6(1), 6-8. (Newsletter of the National Council of Juvenile and Family Court Judges)
 La investigación sobre la exposición de los niños a la violencia doméstica se ha enfocado básicamente en dos aspectos de su experiencia: el trauma resultante de presenciar los ataques físicos hacia su madre, y la tensión producida por vivir con un alto nivel de conflicto entre sus padres. Sin embargo, estos son sólo dos elementos de un problema mucho más profundo que impregna la vida cotidiana de estos niños: que estén viviendo con un golpeador. El paternaje de los hombres golpeadores expone a los niños a múltiples fuentes potenciales de daño emocional y físico, la mayor parte de las cuales no ha sido reconocida como corresponde.
Este artículo examina las características de los hombres que golpean e identifica las formas en que estas características influyen sobre su habilidad para paternar apropiadamente. Además, el artículo abordará las implicaciones que tiene dicho paternaje para las decisiones sobre custodia y protección infantil.

Características de los hombres que golpean/golpeadores
 La mayor parte de las características que son típicas de los hombres golpeadores tienen ramificaciones potenciales para los niños/hijos en el hogar. Por lo común, los golpeadores tienden a una crianza autoritaria, negligente, y verbalmente abusiva. Los efectos de estas y otras debilidades de paternaje pueden verse intensificadas por la experiencia traumática previa de estos niños de presenciar la violencia. Consideremos la siguiente selección de ejemplos de características de los hombres que golpean:
Control: La coerción es ampliamente reconocida como una cualidad central de los hombres golpeadores, y una de las áreas más fuertemente controladas por los hombres golpeadores es el maternaje de la madre. Un hombre que golpea puede producir la interrupción del embarazo de su pareja, rechazar sus decisiones en la crianza, o atacarla cuando él está enojado por el comportamiento de sus hijos. Las mujeres golpeadas sienten mucho más probablemente que otras madres que tienen que cambiar su forma de crianza cuando sus parejas están presentes.

Considerarse “Titular” de derechos. Sentirse con derecho a: Un hombre que golpea a su pareja íntima se considera con derecho a un estatus especial dentro de la familia, con el derecho a usar la violencia cuando lo estima necesario. Esta perspectiva de sentir que tiene derecho a, puede conducirlo a comportarse en forma egoísta y centrada en sí mismo. Por ejemplo, puede tener un acceso de ira o de violencia cuando siente que su pareja le presta más atención a los niños que a él. En ese clima, es difícil para los niños satisfacer sus necesidades y se tornan vulnerables a la reversión de los roles, cuando se les hace sentir responsables de tener que cuidar al padre golpeador.

Posesividad: Se ha observado que los hombres golpeadores consideran con frecuencia a sus parejas como objetos de su propiedad. Algunas veces este punto de vista puede extenderse a los niños, dando cuenta en parte de los dramáticamente elevados índices de abuso físico y sexual de los niños perpetrados por los golpeadores, y por el hecho de que estos hombres piden la custodia de sus hijos con más frecuencia de lo que lo hacen los padres no golpeadores.

Otras características que pueden tener un impacto importante en los niños incluyen manipulación, negación y minimización del abuso, golpes en relaciones múltiples, y resistencia al cambio.

La influencia de la violencia en el paternaje
 Las características discutidas influyen el paternaje de los hombres que golpean y tienen un impacto negativo en los niños por:

• crear modelos de rol que perpetúan la violencia
• minar la autoridad de la madre
• tomar represalias contra la madre por sus esfuerzos para proteger a los hijos
• generar divisiones dentro de la familia
• usar a los hijos como armas en contra de la madre

Crear modelos de rol que perpetúan la violencia: Los niños varones expuestos a violencia doméstica exhiben índices dramáticamente elevados de violencia con sus propias parejas como adolescentes o adultos. La investigación sugiere que esta conexión tiene más que ver con el resultado de los valores y actitudes que los varones aprenden por presenciar la conducta violenta, que del trauma emocional de ser expuestos a tal abuso. Las hijas de las mujeres golpeadas muestran una creciente dificultad de escapar al abuso de una pareja en sus relaciones adultas. Se ha observado que tanto los niños como las niñas aceptan varios aspectos del sistema de creencias del golpeador, incluyendo la visión de que las víctimas de violencia son culpables, que las mujeres exageran histéricamente cuando denuncian abuso, y que los varones son superiores a las mujeres.

Minar la autoridad de la madre

 La violencia doméstica es inherente a la destrucción de la autoridad maternal porque el abuso verbal y la violencia del golpeador proporcionan un modelo de desprecio y conducta agresiva hacia su madre. El resultado predecible, confirmado por muchos estudios, es que los hijos de mujeres golpeadas presentan elevados índices de violencia y desobediencia hacia sus madres. Algunas madres golpeadas informan haber sido impedidas de alzar un bebé que llora o de consolar a un niño lastimado o asustado o de brindar cualquier otro tipo de cuidado básico -físico, emocional, o aún medico. Una interferencia de esta clase puede hacer que los niños sientan que su madre no se preocupa por ellos o que no es confiable. El golpeador puede reforzar esos sentimientos condicionándolos verbalmente a través de expresiones tales como, “Tu mamá no te quiere,” o, “Mamá sólo se preocupa por ella misma.”

Tomar represalias contra la madre por sus esfuerzos para proteger a los hijos: Una madre puede ser golpeada o intimidada por sus intentos de impedir que el golpeador maltrate a los niños, o ver que él los lastima más seriamente para castigarla por haberlos defendido. Por lo tanto, puede ser forzada con el tiempo a dejar de intervenir en defensa de sus hijos. Esta dinámica puede llevar a los hijos a percibirla como despreocupada por el maltrato del golpeador hacia ellos, y puede contribuir a ser etiquetada por los servicios de protección infantil como “incapaz de proteger”.

Generar divisiones dentro de la familia: Algunos golpeadores utilizan el favoritismo para construir una relación especial con uno de los hijos en la familia. Como han señalado algunos investigadores, lo más probable es que el hijo favorecido sea varón, y que el golpeador se una a él en parte a través de alentarle un sentido de superioridad hacia las mujeres. Los golpeadores también pueden crear o alimentar deliberadamente las tensiones familiares. Estas conductas manipuladoras son un factor probable en el elevado índice de conflicto entre hermanos y la violencia observada en familias expuestas a los golpes. 

Usar a los hijos como armas: Muchos hombres golpeadores usan a los hijos como un medio para herir o ontrolar a la madre a través de tácticas, como destruir las  pertenencias de los niños para castigar a la madre, pedirles que monitoreen e informen sobre las actividades de su madre, o amenazar con secuestrarlos o pedir su custodia si la madre intenta poner fin a la relación. Estas conductas de paternaje ponen a los niños en el medio del patrón de conducta del abusador. Después de la separación, muchos golpeadores utilizan las visitas no supervisadas como una oportunidad para abusar más de la madre a través de los hijos. 

Implicancias para las decisiones sobre custodia y protección infantil

Las decisiones referidas a la protección infantil, custodia, y visitas, en el contexto de la violencia doméstica deben tener presente una clara conciencia de las conductas de paternaje destructivas exhibidas por muchos hombres golpeadores, y sus efectos en los niños y en sus madres. Estas conductas tienen implicaciones especialmente importantes para los niños, quienes están luchando con dos tipos de daño psicológicos: uno por la exposición a la conducta golpeadora y el otro por la separación o divorcio de sus padres. A continuación incluimos algunos elementos que deben ser especialmente examinados cuando se elaboran intervenciones para las familias:
Abordar las necesidades de reparación/cicatrización de los niños: Existe amplio consenso acerca de que la recuperación de los niños de la exposición a la violencia doméstica (y del divorcio) depende mucho de la calidad de su relación con con la figura parental protectora y con sus hermanos. Por lo tanto, además de considerar la seguridad, las decisiones de la corte deberían tomar en cuenta si existe la probabilidad de que el golpeador, sobre la base de su conducta pasada y actual, continúe minando la autoridad de la madre, interfiriendo con las relaciones madre-hijos, o produzca tensiones entre los hermanos. Dado que los niños necesitan una sensación de seguridad a fin de recuperarse, las decisiones de los juzgados juveniles y de familia pueden no querer incluir que los niños estén al cuidado no supervisado de un hombre cuyas tendencias violentas han presenciado, aún si sienten hacia él un fuerte lazo afectivo.

Evaluar apropiadamente, especialmente en las decisiones de custodia: Los antecedentes de conducta abusiva de un golpeador, y cómo ese abuso se refleja en su paternaje deben ser investigados cuidadosamente, a fin de evaluar la presencia de cualquiera de los problemas descriptos más arriba y prestar particular atención a que los hijos puedan transformarse en el medio de continuar el abuso de la madre. Las cortes necesitan asegurar que los evaluadores de la custodia tengan un entrenamiento intensivo en las múltiples fuentes de riesgo para los niños, que surgen de la custodia o el contacto no supervisado con el padre abusivo.
Anticipar relaciones padre-hijo seguras: Excepto en los casos en
que los niños estén aterrorizados ante el padre golpeador o hayan sido directamente abusados por él, los hijos tienden a desear algún grado de contacto con sus padres. Ese contacto puede ser beneficioso siempre que se provean medidas de seguridad para la madre y los hijos y no se le dé al abusador la oportunidad de producir retrocesos en la recuperación emocional de los niños. Estos objetivos pueden anticiparse a través de arreglos de custodia que tomen muy en cuenta la violencia en el hogar causada por el padre golpeador y a través de las visitas supervisadas profesionalmente, llevadas a cabo idealmente en un centro de visitas. Cuando se llega a la conclusión de que las visitas no supervisadas son seguras, la utilización de visitas relativamente cortas que no   incluyan pasar la noche puede reducir la posibilidad de que el golpeador dañe la relación madre-hijo, limite su influencia negativa sobre la conducta y el sistema de valores de los niños, y asegure que éstos se sientan a salvo y seguros –al tiempo que se les permite continuar sintiendo una conexión con su padre.
 * Traducción de Susana Tesone. The batterer as a parent.